Es una colección de despedidas. Hay un sinsabor cuando regreso a los
días en que el sol brillaba con encanto. Parece que fue hace poco que las horas
nos sonreían. Hoy nacen nuevos seres humanos, hoy mueren otros para compensar,
alguien gime de placer en este momento. Te imagino suspirando por ella. No sé
cuál es tu nombre, a veces apareces como esos estorbosos déjà vu que uno no
recuerda haber tenido. Me pregunto cosas, me alejo de las sombras que te
persiguen... tal vez hueles ahora mismo su cabellera y eso sólo hace que la
desees más. Yo también he sentido eso, yo también pienso en el placer.
Es una colección de circunstancias. Elementos al azar para pronunciarte
y que pronuncies su nombre, un remedio contra el olvido y la rabia… aunque
creer en olvidarte es una triste circunstancia. Yo pretendo muy bien ciertas
cosas, como la sonrisa al final de la fila o los desaires que me da tu
ausencia. La parte más difícil no es sugerir una y otra vez que las cosas
sucedan, es permitir que el tiempo no pase. Pero son formas de vivir, son
pequeños traslados entre el tiempo en que sujetabas mi mano y el ahora, ese que
te dice que quieres amarla, arrancarle la ropa, sujetarle sus muslos y burlar su
desnudez. Ella debe ser suave, no como yo, no como tú, suave como el delirio de
otro cuerpo, como las formas de creer en la concupiscencia, como la perversión
del cuerpo desnudo, del deseo hecho carne.
Es una colección de confesiones. Maneras sutiles de contarte tantas
visiones del amor y el odio: el primer paso para darle libertad al tiempo, el
segundo paso para activar la amnesia, el tercer paso para que el alma no se
ahogue. No hay beneficios ni ventajas, nos vamos, caminamos por otras vías que
ninguno volverá a pisar. Está bien, creo que sería más insoportable invitarte a
nuevos recorridos cuando las huellas se dispersan y sólo queda el suelo barrido
por la nostalgia. La firmeza de tus pasos y el desenfado de tus argumentos son
mucho más fuertes que mis intenciones de olvidar.
¿El número de colecciones? ¿Las clasificaciones de las noches que no
volveremos a tener? ¿Las ganas y los motivos para dejarlo todo? ¿La intención
de quemar el pasado?
Tal vez, pero ahora no importa cuántas colecciones tengamos ni
conservemos… cada cual está dispuesto a un nuevo acervo de besos gastados.
Comentarios