Atesoro la enfermedad en bolsas de basura;
las quejas van en cajas apiladas,
empaco los silencios
para no atiborrar
este peso, esta vida.
Veinte pares de zapatos como testigos
del asfalto caliente.
Citas a las que nunca llegué;
Cartas húmedas,
hojas rasgadas de promesas inútiles,
libretas hechas de un olvido amarillo.
Aretes impares,
inventarios corregidos, duelos retocados.
Cuatro, siete, once filas,
cien vidas postergadas;
Penúltima costra en los libros:
polvo de lectores que no miente.
Ollas con sus vientres calcinados,
sopa tibia para cubrir la grietas
de platos que exhortan el duelo, ruinas.
La mudanza desnuda los muros,
Encuentra culpables,
Cruza las
cuentas,
Inicia una procesión que crece
desde la espuma hasta la soledad.
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