Caída

 Una mujer 

—de estatura corta, 

de piernas que se agotan en la silla giratoria, 

de caderas alineadas con sus hombros,

de labios voluptuosos, 

de postura inclinada hacia adelante,

de ojos inundados de aguasal,

de manos doradas por el sol de ciudad y el tecleo de escritorio,

de pecho hueco y memorias afiladas,

de esperanza abultada en su vientre,

de ojeras detrás de sus lentes,

de brazos caídos,

de nariz hecha como en una cirugía,

de dientes con sus propias trayectorias,

de senos dedicados a esconderse,

de pies que tienden al camino largo,

de tez que le otorga un color dulce,

de sonrisa que abarca el ímpetu y las penas,

de cabello que se acomoda en ninguna parte, 

de mejillas formadas por el silencio—

cae abatida. Nace un eco en la tierra.






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