Es preciso levantar el polvo,
cambiar la cama, doblar las camisas
para tener el control de la vida
y no perderse en el intento de ser adulto,
sobre todo en las mañanas
cuando quieres el desayuno en tu cama,
y tu habitación llena de la tibieza
del amor que no has experimentado.
No debería preocuparte ese estado invisible
que ahora te toca.
No hay espacio para que te visite la duda.
Es preciso levantarse temprano,
contestar los correos,
lustrar los zapatos, peinarte un poco,
para que la adultez venga con gracia,
y puedas levantar el polvo y doblar las camisas
con dignidad y sin fiebre de amor.
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