El dialogo conspira,
las fórmulas artesanales explican el mundo:
“No hay mal que por bien no venga”
porque “el tiempo lo cura todo”.
La sustancia brota del orden de las palabras,
o de lo indescifrable detrás del pensamiento.
“a lo hecho, pecho”
resuelve el espanto,
“el diablo es puerco”
perfila al enemigo.
El oído se dispone a entender
que los días se distinguen
cuando lo sabio inunda el lenguaje.
La magnitud de las cosas descansa en el suspiro,
de quien ha descubierto la confección
de hilos de palabras que desenredan el mundo.
Comentarios