Después del fin

Todo me sirve, nada me basta. 

Las montañas vestidas de niebla, totémicas, presienten este frío en mis pies, 

Se alejan. 

Me basta con admirarlas, 

Les basta con recordarme. 

El horizonte se hace nostalgia; entonces quiero abrazarlas. 

Soy esa montaña indescifrable que no admite que la ignoren,

Pero también soy la neblina que cubre de ceguera el límite. 

Nada es suficiente, todo se empaña del olor a rocío, 

A Bogotá fría en verano,

A tiempos muertos. Soy esa mañana que no se agota, que habla dormida mientras el sol se mezcla con la bruma. 

Todo nos basta, nada nos sirve. 

Ser rolo es estar muy solo.




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