Salmodia

No he podido desprenderme de mis miedos.

Quiero decir que la tristeza a veces aparece detrás de las persianas, se asoma a las 6.15 y me señala el día gris, a pesar de la salida del sol, a pesar del cielo limpio.

Quiero decir que me duele el pecho, que hay un peso físico en la base de mi garganta, se acomoda, me oprime en las mañanas, y me recuerda lo que no puedo mencionar, lo que no he sabido gritar.

Encontré un poema que cierra con este verso “Me hicieron falta pulmones”.

Quiero decir que así siento cada conversación: siempre me hace falta pulmones para decir sí, para decir no, para evitar el daño, para hacerme responsable, para amar.

Quiero también decir que esta melancolía puede que no sea verdad. Puede que tenga origen en un mundo posible, en imágenes inventadas, en delirios, en cautiverios de la memoria, en lo poco que entiendo, en lo mucho que ignoro. Eso me aterra, a mi alma le aterra perderse en la materia del tiempo que no existe: la melancolía.

Quiero decir que busco respuestas en todos los rincones de esta ciudad de cinco minutos que habito. Respuesta a esta opresión, a este peso de no saber qué hacer conmigo, a esta tristeza que se cuela en mis párpados, a esta falta de aire para darle sentido a mi vocabulario, a esta melancolía que juega con mis miedos.

Quiero decir que todo cuesta, todo es duelo, todo me impide, y yo me impido en todo. Todo es una palabra hueca. Yo es una partícula egoísta. Quiero realmente decir que duermo entre el vacío y el egoísmo: arena, terreno infértil, superficie inestable que me cubre hasta el tope de mi cráneo.

Quiero decir que hoy, mientras las nubes van encapotando el cielo, yo me resisto a no extrañar; volco mis manos sobre el teclado para organizar las palabras atrapadas en mi cuerpo que es telaraña. Robo los minutos al teletrabajo para revolcar la lengua, la saliva, el paladar, mi maraña de pelo, la piel reseca, mis uñas, mi estomago hambriento, mi concupiscencia. Lo revuelco todo para ver si encuentro las respuestas que las calles no me han dado.

Lo que quiero decir es que tengo miedo.

Y con eso quiero decir que, realmente, tengo miedo.

Es decir, mi lengua se siente atravesada por las punzadas que el miedo produce.

Porque, lo que de verdad quiero decir, es que no puedo conmigo.



Comentarios

Rafael ha dicho que…
⚘️✒️👌
Katherine Parrado Morales ha dicho que…
Querido Rafa, ¡gracias por leer!