Lo inevitable

Usted me gusta.
Me gusta como el último pensamiento del día,
ese que me devuelve el sueño con una sonrisa.
Me gusta como la lluvia en mis manos.
como los días en que el tiempo, tal vez, dejará de ser una falsa alarma.

Me gusta, me gusta mucho.

Me gusta como su sonrisa,
como sus manos en mi espalda,
como sus labios entre la duda y el deseo.
Así me gusta.
Con la seguridad de que no habrá palabras para decirlo;
con el anhelo de que mis labios le hagan saber lo mucho que usted me gusta.

Usted me gusta.

Me gusta como las palabras más fervientes,
esas que no alcanzan a pronunciar su nombre
en la ausencia de las cosas que aún lo esperan.
Me gusta como el silencio que delata mi verdad más indecente.
Me gusta, me gusta con el afán de las horas
que buscan detenerse y quedarse a su lado...
en su tiempo...
en el tiempo que es solo nuestro.

Así, así me gusta,
como me gusta todo lo que, aun sin decirlo,
hemos sabido declarar.

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