¿Quién me ve en este minúsculo instante
en que quiero ser el núcleo?
La tiniebla,
el centro, la médula;
el abismo que se expande hacia adentro
de mis
huesos, mis costillas,
mi boca seca,
mis brazos caídos,mis vísceras hartas de vacío.
El núcleo son las fauces —las pupilas dilatadas,
el cielo nocturno con la luna ausente
en las que
me complazco, me diluyo,
me desdibujo como dejando que la sombra
cubra mi rostro —como estirando mi piel
hasta el extremo de las entrañas
de mi vientre aciago, bruno,
tizado, acústico—.
Ocupo una cabeza de alfiler,
un grano de arena,
una puntada salada en la espesura de mis ojos cansados;
un cúmulo prominente al final de la oración. Un punto negro.
Soy la
única que puede verse en el centro
de este núcleo muerto.
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