Arena

Viene a reemplazar la noche al día,

Se acurruca, se esconde en mis pupilas.

Los muros del cuarto se deshacen en gotas de tiempo,

Derretidos acotan el espacio que ocupa mi soledad.

Me tengo miedo.

Incumplo todas las promesas en el calendario,

La pijama fría viene a consolarme,

Son mis pies un laberinto vasto,

Para recordarme los caminos del día

Que no encontraron salida en la noche.

Mi espalda desnuda la atraviesa cada tarea que no terminé.

Mi cuello se pregunta cómo soporta los pensamientos que pesan.

Desnudo toda mi voluntad, mi carne, mis heridas, mis lamentos,

Les doy un vistazo en el espejo,

Desde el tope de la cabeza, mi pelo, cuero y cráneo se deshacen y caen como polvo fino.

El rostro se desintegra lento, el soplo leve que trae el llanto desprende milímetro a milímetro mis ojos, mis pómulos, mis pestañas, mis cejas. Son polvareda sobre la cama.

Mis hombros los alcanza la caída libre de partículas derrotadas y se funden con la nube de polvo.

Aparece un montículo, me veo en el espejo,

La arena brilla tibia y dorada; desvanece mis senos, mi vientre, mis vísceras, mi pecho muerto, mi concupiscencia.

Me tengo miedo,

Dejo que mis brazos, caderas y piernas se acumulen. Todo se convierte en una montaña tímida,

Mis pies ya no son laberinto.

La noche ha reemplazado al día.

La tierra duerme desnuda sobre mi cama.



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