Ocaso

Me deshojo. 

Bebo los murmullos detrás de las paredes, 

Devoró este hastío del teletrabajo. Lo ahogo en café. 

Me deshojo con las campanadas del medio día, 

porque a las seis de la mañana aún no me reconozco. 

Me deshojo en las noticias de la radio, 

en la comida que se quema, 

en la luz del sol que no alcanza el umbral de la ventana. 

Me deshojo esperando que el gesto sea leve,

que el tiempo corrompa el movimiento.

No me he ido, no seré. 

Me deshojo ligera. 

Habito una escena de Remedios Varó. Me detesto. 

Llego a rastras hasta Klimt. 

No alcanzo los labios, el abrazo dorado. 

Rompo en llanto. 

Me deshojo preparándome para mi muerte, 

para mirarme en tus ojos cuando, en el éxtasis, la noche nos trague.



Las cuatro estaciones
Carl Krenek, 1906



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